Carmen Sánchez. Burdeos
Después de cuatro días intensos de inmersión lingüística (esto es: prohibido decir nada en otro idioma), el francés va dejando de ser una forma de incomunicación para nosotros. Somos 9 de 8 nacionalidades distintas: australiana, japonesa, suiza, mejicana, eslovaca, neozelandesa, ucraniana y, por supuesto, española, bien avenidos porque el silencio deja poco espacio para discutir, aunque ya vamos manejando frases simples y la felicidad que nos inunda cuando los otros nos entienden apunta a que hay “feeling” (Je suis desolé, Je ne sais pa comme on dit en Français).
Burdeos es una ciudad preciosa, sus edificios emblemáticos son la Opera y la plaza de la Bolsa, ambos monumentales, pero además tiene un casco histórico muy bien conservado con una arquitectura armoniosa y elegante, encantador para pasear. Su apuesta por la modernidad se aprecia en el sorprendente espejo de agua que, con una sencilla técnica de unos centímetros del líquido, duplica la bella imagen de la plaza de la bolsa a orillas del río Garona.
Y además… ¡¡se come divinamente!!